Los padres necesitan a cada paso una sabiduría más que humana a fin de comprender cómo educar mejor a sus hijos para una vida útil y feliz aquí, y para un servicio más elevado y un mayor gozo en el más allá. (Por eso) El padre y la madre deberían ser los primeros maestros de sus hijos. Porque: “La Educación Impartida En El Hogar, Es Primordial Y Ocupa El Primer Lugar En Toda Verdadera Educación” EGW.
martes, 26 de junio de 2018
viernes, 15 de junio de 2018
EL PROPÓSITO DE DIOS PARA LOS NIÑOS DE HOY
El propósito de Dios para los niños que crecen en nuestros hogares es más amplio, más profundo y más elevado de lo que ha logrado abarcar nuestra restringida visión.
En lo pasado, Dios ha llamado a personas del origen más humilde a las cuales consideró fieles, para que dieran testimonio acerca de él en los sitios más encumbrados del mundo.
Y más de un muchacho de hoy día que se esté desarrollando como lo hacia Daniel en su hogar de Judea, estudiando la Palabra de Dios y sus obras, y aprendiendo lecciones de servicio fiel, se hallará aún ante asambleas legislativas, en tribunales de justicia o en cortes reales, como testigo del Rey de reyes.
Multitudes serán llamados a ejercer
un ministerio más amplio.
El mundo entero se abre al Evangelio. Etiopía tiende sus manos a Dios. Desde el Japón, la China y la India, de los países que aún están en tinieblas en nuestro continente, de toda región del mundo, llega el clamor de corazones heridos por el pecado que 263 ansían conocer al Dios de amor.
Hay millones y millones que no han oído siquiera hablar de Dios ni de su amor revelado en Cristo. Tienen derecho a recibir ese conocimiento. Tienen tanto derecho como nosotros a participar de la misericordia del Salvador.
Y a los que hemos recibido este conocimiento, junto con nuestros hijos a quienes podemos impartirlo, nos toca responder a su clamor.
A toda casa y toda escuela, a todo padre, maestro y niño sobre los cuales ha brillado la luz del Evangelio, se formula en este momento crítico la pregunta que se le hizo a Ester en aquella crisis decisiva de la historia de Israel: "¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?"*Ester 4:14. EGW ED MHP
lunes, 11 de junio de 2018
PREFACIO. CONDUCCIÓN DEL NIÑO (EGW).
Obra de la pluma inspirada por el espíritu de profecía, indispensable para la correcta solución de los muchos y complejos problemas inherentes a la educación de los hijos en sus tiernos años. CONDUCCIÓN DEL NIÑO es una obra completa en su género. No sólo responde a todos los problemas básicos en su tema, sino que presenta los principios esenciales capaces de guiar en la correcta orientación de los elementos menores del hogar.
La pluma que movió el espíritu de profecía es clara y categórica. Describe con autoridad las formas, métodos y maneras que deben aplicarse para las diversas situaciones que se plantean en la difícil misión de lograr que madure adecuadamente el carácter de los niños y adolescentes.
Este libro es amplio en su enfoque de los factores más importantes de la correcta pedagogía infantil. Sus 19 secciones, que abarcan 83 capítulos, seguramente serán leídas ávidamente por los padres y educadores adventistas.
Es indudable que sus lecciones también serán compartidas con muchos otros responsables de la buena marcha de numerosos hogares 12 que no tienen el bendito privilegio de conocer todas las instrucciones que nos han sido dejadas providencialmente a través de la pluma de la Sra. Elena G. de White.
Confiamos que así será. Esperamos que haya muchísimos padres y madres, adventistas y no adventistas, que recibirán un beneficio incalculable a través de esta obra. Quiera Dios que los frutos de las enseñanzas inspiradas se cosechen no sólo en este transitorio mundo. Ojalá sean muy numerosos los pequeños de hoy, hombres de mañana, que sean guiados recta mente por todas las sabias instrucciones del abundante material de CONDUCCIÓN DEL NIÑO.
Tal es el deseo y oración de LOS EDITORES.
PRÓLOGO
Cuando el matrimonio une con el vínculo del amor a dos corazones y dos vidas, y se constituye así un nuevo hogar, una de las primeras preocupaciones de sus fundadores es que los hijos que vengan a alegrar este nuevo hogar sean educados debidamente.
La pregunta hecha por Manoa en la antigüedad "¿Cómo debe ser la manera de vivir del niño?" es un tema de seria meditación para los padres de hoy que contemplan el rostro del precioso e indefenso ser que ha sido confiado a su cuidado.
La importancia de la instrucción en la tarea de conducir a los niños se comprende mejor cuando advertimos el lugar destacado que ocupa en la Palabra de Dios, y las frecuentes y detalladas referencias que hacen sobre el tema los escritos inspirados por el espíritu de profecía.
La Sra. de White, en sus numerosos libros, pero más particularmente en los artículos sobre la vida cristiana práctica que aparecieron semanalmente en diferentes periódicos de la denominación, vertió abundantes consejos para los padres. En adición a esto, envió a varias familias cientos de testimonios personales en los que trataba específicamente los problemas que ellas enfrentaban. En estos artículos y testimonios personales, describió los principios que deberían guiar a los padres, y los procedimientos que debían seguir, según le fueron mostrados en visión.
La señora de White, en sus últimos años, manifestó el deseo de producir un libro para los padres cristianos que mostrara claramente "el deber de la madre y su influencia sobre sus hijos". Ese deseo ha quedado cumplido con la publicación reciente del libro El Hogar Adventista y de la presente obra.
Únicamente el estudio cuidadoso y con oración de los consejos importantes contenidos en este libro puede 14 revelar la tremenda y extensa influencia resultante de la educación debida de los hijos como cumplimiento de la responsabilidad que Dios ha encomendado a los padres.
El hecho de que la señora de White fuera madre de cuatro hijos la capacitó para exponer en forma inteligente y clara la instrucción que le fue impartida. Su experiencia en la aplicación práctica de los principios delineados para otros despierta confianza en el corazón del lector…
*Los padres tienen el privilegio de llevar a sus hijos consigo a las puertas de la ciudad de Dios, diciendo:
"He procurado instruir a mis hijos para que amen al Señor, para que hagan su voluntad y lo glorifiquen".
Las puertas se abrirán para ellos, y entrarán los padres Y los hijos. Pero no todos podrán pasar.
Algunos serán dejados afuera con sus hijos, cuyos caracteres no habrán sido transformados por la sumisión a la voluntad de Dios. Una mano se alzará y se escucharán estas palabras: "Habéis descuidado vuestros deberes del hogar. Habéis fracasado en realizar la obra que habría capacitado al alma para habitar en la morada celestial. No podéis entrar". Las puertas se cerrarán para los hijos porque no aprendieron a cumplir la voluntad de Dios, y para los padres porque descuidaron sus responsabilidades (Manuscrito 31, 1909).
*De la Palabra de Dios y de los testimonios de su Espíritu se ha estado difundiendo luz, de modo que ninguno necesite errar en cuanto a su deber. Dios requiere de los padres que eduquen a sus hijos para que lo conozcan y respeten sus derechos; deben educar a sus pequeños, como los miembros más jóvenes de la familia del Señor, para que adquieran belleza de carácter y disposición amable, para que sean aptos para brillar en las cortes celestiales.
Al descuidar su deber y permitir que sus hijos se desarrollen en el mal, los padres cierran para ellos
las puertas de la ciudad de Dios. Estos hechos deben penetrar en la comprensión de los padres; deben levantarse para reasumir la obra que han descuidado durante tanto tiempo.
(Testimonies, tomo 5, págs. 325, 326). Elena G. de White. 17 MHP
(Testimonies, tomo 5, págs. 325, 326). Elena G. de White. 17 MHP
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