sábado, 16 de marzo de 2019

SECCIÓN V. OTRAS LECCIONES BÁSICAS. CONDUCCIÓN DEL NIÑO (EGW).


CAPÍTULO 13. EL DOMINIO PROPIO.
PREPARAD AL NIÑO PARA LA VIDA Y SUS DEBERES.
La madre, al contemplar al hijo que ha sido entregado a su cuidado, bien podría preguntarse con profunda ansiedad: 
¿Cuál es el gran blanco y objetivo de su educación? ¿Consiste en capacitarlo para la vida y sus deberes, en calificarlo para ocupar una posición honrosa en el mundo, para hacer el bien, para beneficiar a sus semejantes, y para ganar alguna vez la recompensa de los justos" si es así, entonces la primera lección que debe enseñársele es la del dominio propio; porque ninguna persona indisciplinada y testaruda puede esperar tener éxito en este mundo o recompensa en el venidero.
 (Pacific Heralth Journal. mayo de 1890).

ENSEÑAD AL NIÑO A CEDER.
 Los pequeños, antes de un año de edad, escuchan y entienden lo que se habla con referencia a ellos mismos, y saben hasta qué punto se les permite hacer su voluntad. Madres, deberíais enseñar a vuestros hijos para que cedan a vuestros deseos. Podéis lograr esto si ejercéis dominio sobre ellos y mantenéis vuestra dignidad como madre. Vuestros hijos aprenden rápidamente lo que esperáis de ellos, saben cuándo su voluntad vence la vuestra, y obtendrán el mayor provecho posible de su victoria. (Signs of the Times, 16-3-1891).

Es una gran crueldad permitir que los malos hábitos se desarrollen, y entregar la ley en las manos de los niños y dejarlos gobernar (Christian Temperance and Bible Hygiene. pág. 68). 84

NO CONSINTÁIS EN LOS DESEOS EGOÍSTAS.
Si los padres no son cuidadosos, tratarán a sus hijos de modo que se acostumbren a exigir atención y privilegios que requerirán que los padres pasen privaciones a fin de complacer a sus pequeños. Los hijos pedirán que los padres hagan algunas cosas por ellos, a fin de complacer sus deseos, y los progenitores accederán a sus deseos, sin parar mientes en el hecho de que están inculcando el egoísmo en sus hijos.  Pero los padres, al hacer esta obra, están causando un daño a sus hijos, y más tarde descubrirán cuán difícil es contrarrestar la influencia de la educación de los primeros años en la vida del niño. Los niños deben aprender tempranamente que no pueden ser complacidos cuando se trata de deseos egoístas.
 (Signs of the Times, 13-8-1896).

NO DEIS NADA QUE SEA PEDIDO CON LLANTO.
Una lección preciosa que la madre necesita repetir una vez tras otra es que el niño no debe gobernar; él no es el amo, sino que son la voluntad y los deseos de la madre los que han de imponerse. Así se les enseña  dominio propio.  No les deis ninguna cosa que pidan llorando, aun cuando vuestro corazón compasivo desee mucho complacerlos; porque si una vez ganan la victoria incesante el llanto, esperarán hacerlo una vez más.  La segunda vez la batalla será más vehemente.
 (Manuscrito 43, 1900).

NUNCA PERMITAS MANIFESTACIONES DE IRA
Entre las primeras tareas de la madre, está el refrenamiento de la pasión por sus pequeños. No debería permitirse que los niños manifestaran ira; no debería permitírseles lanzarse al  suelo, patalear y gritar porque se les ha negado algo que no era para su bien, He quedado preocupada al ver cómo muchos padres permiten a los niños manifestaciones de ira. Las madres parecen considerar estos estallidos de ira como algo que debe soportarse y se muestran indiferentes ante 85 la conducta del niño. Pero si una vez se permite un mal, será repetido, y su repetición lo transformará en un hábito, y así el carácter del niño recibirá un molde equivocado (Signs of the Times, 16-3-1891).

CUÁNDO REPRENDER AL MAL ESPÍRITU.
A menudo he visto a los pequeños lanzarse al suelo y gritar cuando se contrariaba su voluntad. Este es el momento de reprender al mal espíritu. El enemigo procurará dominar la mente de nuestros hijos, pero ¿le permitiremos moldearlos de acuerdo con su voluntad? Estos pequeños no saben discernir cuál espíritu influye en ellos, y es el deber de los padres ejercer juicio y discreción en lugar de ellos. Deben observar cuidadosamente sus hábitos. Deben refrenarse las malas tendencias y estimularse la mente en favor de lo bueno. Hay que estimular al niño en todos los esfuerzos que realiza por dominarse a sí mismo. (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 61).

COMENZAD CON "LOS CANTOS DE BELÉN".
Las madres deberían educar a sus bebés en sus brazos, de acuerdo con los principios y los hábitos correctos. No deberían permitirlos golpearse la cabeza contra el suelo. . . . Que las madres los eduquen en su infancia. Comenzad con los cantos de Belén. Estos suaves acordes ejercen una influencia aquietadora.  Cantadles esas melodías subyugadoras que hablan de Cristo y de su amor (Manuscrito 9, 1893).

NO MANIFESTÉIS INDECISIÓN.
El mal genio del niño debería dominarse tan pronto como sea posible; porque cuanto más se descuide este deber, tanto más difícil será realizarlo. Los niños de temperamento irritable y colérico necesitan el cuidado especial de sus padres. Debe tratárselos en forma particularmente bondadosa pero firme; no debería haber indecisiones de parte de los padres en su caso. Deberían fomentarse y fortalecerse cuidadosamente 86 los rasgos de carácter que detendrían naturalmente el desarrollo de sus faltas peculiares. Complacer a un niño de un genio apasionado y perverso resultará en su ruina. Sus faltas se fortalecerán a medida que transcurran sus años, retardarán el desarrollo de su mente, y sobrepujarán a todos los rasgos buenos y nobles de carácter. (Pacific Health Journal, enero de 1890).

EL EJEMPLO DE DOMINIO PROPIO DE LOS PADRES ES VITAL.
Algunos padres no tienen dominio sobre sí mismos. No controlan sus propios apetitos mórbidos o su temperamento colérico; por lo tanto, no pueden educar a sus hijos en lo que atañe a la negación del apetito, ni enseñarles dominio propio (Id., octubre de 1897).
Si los padres quieren enseñar dominio propio a sus hijos, deben primero formar ese hábito en sí mismos. Los regaños y las manías de criticar de los padres estimulan un temperamento precipitado e impetuoso en sus hijos.
 (Signs of the Times,  24-11-1881).

NO OS CANSÉIS DE HACER EL BIEN.
Los padres son demasiado aficionados a la facilidad y al placer para realizar la obra que Dios les señaló en su vida de hogar. No veríamos el terrible estado de maldad que existe entre la juventud de hoy, si hubiera sido debidamente educada en el hogar. Si los padres reasumieran la tarea que Dios les ha encomendado y enseñaran la moderación, la abnegación y el dominio propio a sus hijos, tanto por precepto como por ejemplo, encontrarían que mientras procuran cumplir con su deber, como para recibir la aprobación de Dios, aprenderían preciosas lecciones en la escuela de Cristo. Aprenderían la paciencia, el amor y la humildad; y éstas son las mismas lecciones que han de enseñar a sus hijos. 87

Después de que se hayan despertado las sensibilidades morales de los padres, y retomen su obra descuidada con energías renovadas, no deberían desanimarse o permitirse ser retrasados en su obra. Muchos se cansan de obrar bien. Cuando descubren que se requiere un esfuerzo sostenido, un constante dominio propio y una buena medida de gracia, tanto como conocimiento, a fin de hacer frente a las emergencias inesperados que surgen, se descorazonan y abandonan la lucha, y dejan que el enemigo de las almas haga su voluntad. Día tras día, mes tras mes, año tras año, debe proseguir la obra, hasta que el carácter de vuestros hijos quedo formado y los hábitos afirmados en forma correcta. No debéis ceder y dejar a vuestras familias abandonadas y sin gobierno (Review and Herald 10-7-1888),

NUNCA PERDÁIS EL DOMINIO DE VOSOTROS MISMOS.
Nunca deberíamos perder el dominio de nosotros mismos. Mantengamos siempre delante de nosotros el Modelo perfecto. Es un pecado hablar con impaciencia o mal humor, o sentir ira -aun cuando no hablemos. Debemos trabajar dignamente, y representar correctamente a Cristo. Hablar palabras airadas es como golpear un pedernal contra otro pedernal: inmediatamente surgen las chispas de los sentimientos airados.

Nunca seáis como el capullo de la castaña. En el hogar, no uséis palabras ásperas e hirientes. Deberíais invitar al Huésped celestial a acudir a vuestro hogar, y al mismo tiempo hacer lo posible para que él y los ángeles celestiales moren con vosotros. Deberíais recibir la justicia de Cristo, la santificación del Espíritu de Dios, la belleza de la santidad, a fin de revelar la luz de la vida a los que están junto a vosotros (Manuscrito 102, 1901).

El sabio dice: "Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, 88 que el que toma una ciudad". El hombre o la mujer que conserva el equilibrio mental cuando se siente tentado a ceder a la pasión, ocupa un lugar más elevado ante la vista de Dios y de los ángeles celestiales que el general más renombrado que alguna vez haya conducido a un  ejército a la batalla y la victoria. Un conocido emperador dijo en su lecho de muerte: "Entre todas mis victorias, hay una sola que me proporciona gran consuelo en este momento, y esa es la victoria que he logrado sobre mi propio temperamento turbulento". Alejandro y César encontraron más fácil subyugar al mundo que someterse a sí mismos.  Después de vencer a una nación tras otra, cayeron -uno de ellos "víctima de la intemperancia, el otro de una loca ambición"
(Good Health, noviembre de 1880). 89

CAPÍTULO 14. TRANQUILIDAD, RESPETO Y REVERENCIA.
*REPRÍMANSE LOS RUIDOS INDEBIDOS Y EL ALBOROTO.
Una madre no debe permitir que su mente permanezca ocupada con demasiadas cosas. . . . Con la mayor diligencia y la más estrecha vigilancia debe cuidar a los pequeños que, si se les permite, llevarán a cabo todo impulso emanado de la abundancia de sus corazones inexpertos e ignorantes. En la exuberancia de su espíritu, harán ruido y alboroto en el hogar. Esto debería impedirse. Los niños pueden ser muy felices si se los educa para que no hagan esas cosas. Debe enseñárseles que cuando llegan visitas, deben comportarse con tranquilidad y respeto (Manuscrito 64, 1899).

LA TRANQUILIDAD DEBE REINAR EN EL HOGAR.
Padres y madres,. . .  enseñad a vuestros hijos que deben subordinarse a la ley. No les permitáis pensar que porque son niños, tienen el privilegio de hacer todo el ruido que les plazca en el hogar. Deben establecerse normas sabias y ponerse en vigencia para que la belleza de la vida del hogar no sea malograda.
 (Signs of the Times, 25-9-1901).

Los padres les hacen mucho daño a sus hijos cuando les permiten gritar y llorar. No debería permitírseles ser descuidados y turbulentos. Si no se corrigen a edad temprana estos rasgos objetables de carácter, los niños los conservarán, desarrollados y fortalecidos, en la vida religiosa y en la de los negocios. Los niños pueden ser muy felices aunque se les enseñe a comportarse con sosiego en la casa (Ibid.).

ENSÉÑESE A RESPETAR EL JUICIO EXPERIMENTADO.
Se les debe enseñar a los niños a respetar el juicio experimentado. Se los debe educar de tal manera que 90 su mente esté unida con la de sus padres y maestros, e instruirlos de manera que puedan ver cuán propio es escuchar su consejo. Entonces, cuando se aparten de la mano guiadora, su carácter no será como el juicio que tiembla al soplo del viento.
 (Consejos para los Maestros, pág. 60).

LA INDIFERENCIA DE LOS PADRES ESTIMULA LA FALTA DE RESPETO.
Si a los niños se les permite la falta de respeto en sus propios hogares, la desobediencia, la ingratitud y el mal humor, el pecado está a la puerta de sus padres (Carta 104, 1897).

La madre . . . debe gobernar sabiamente su casa, en la dignidad de su maternidad. Su influencia en el hogar ha de ser suprema; su palabra, ley. Si ella es cristiana, bajo la dirección de Dios, conquistará el respeto de sus hijos. Decid a vuestros hijos exactamente lo que requerís de ellos. (Consejos para los Maestros, pág. 86).

Cuando los padres no mantienen su autoridad entonces cuando los niños vayan a la escuela, no tendrán respeto por los maestros o los principios de la escuela. En el hogar no les enseñaron la reverencia y el respeto que deberían tener. 
El padre y la madre estuvieron al mismo nivel que los hijos (Manuscrito 14, 1894).

RESULTADOS DE LA IMPERTINENCIA NO DOMINADA.
Manifestad respeto por vuestros hijos, y no les permitáis hablar ninguna palabra irrespetuosa acerca de vosotros.
 (Manuscrito 114, 1903).

Una actitud sabia de los jóvenes. El joven que tiene padres y que considera su deber velar por ellos, y si no tiene padres, considera a sus guardianes o a las personas con quienes vive como sus consejeros, como sus consoladores, y en cierto sentido como sus orientadores, y que se ciñe a los reglamentos que imperan en su hogar, es un joven 91 sabio y que puede proporcionar mucha bendición. (Testimonies, tomo 2, pág. 308).

DEBE FOMENTARSE CUIDADOSAMENTE LA REVERENCIA.
La reverencia, . . . es una gracia que debe cultivarse con cuidado. A todo niño se lo debe enseñar a manifestar verdadera reverencia hacia Dios. (Profetas y Reyes, pág. 178).

El Señor desea que comprendamos que debemos colocar a nuestros hijos en la correcta relación con el mundo, la iglesia y la familia. Su relación con la familia es el primer punto a considerarse. Enseñémosles a ser corteses unos con otros, y corteses con Dios. "¿Qué quiere decir Ud. -podéis preguntar- al afirmar que deberíamos ser corteses con Dios?" Quiero decir que hay que enseñarles a reverenciar a nuestro Padre celestial y a apreciar el sacrificio grande e infinito que Cristo realizó por nosotros. . . . Los padres y los hijos deben mantener una relación con Dios tan estrecha que los ángeles celestiales puedan comunicarse con ellos. Estos mensajeros celestiales son excluidos de más de un hogar donde abundan la iniquidad y la descortesía con Dios. Captemos de su Palabra el espíritu del cielo y traigámoslo a nuestra vida aquí en la tierra.
 (Manuscrito 100, 1902).

CÓMO ENSEÑAR REVERENCIA.
Los padres de familia pueden y deben interesar a sus hijos en los variados conocimientos que se encuentran en las Sagradas Páginas. Pero si quieren interesar a sus hijos e hijas en la Palabra de Dios, ellos mismos deben sentir interés por ella. Deben familiarizarse con sus enseñanzas, y así como Dios le ordenó a Israel, hablar de ellas, "ora sentado en tu casa, o andando por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes" (Deut. 11: 19). Los que quieran que sus hijos amen y reverencien a Dios, deben hablar de su bondad, majestad y poder según se revelan en su Palabra 92 y en las obras de la creación.
 (Patriarcas y Profetas. págs. 537, 538).

LA REVERENCIA SE MANIFIESTA MEDIANTE LA OBEDIENCIA.
Muéstrese a los niños que la verdadera reverencia se revela por la obediencia. Dios no ha ordenado nada que no sea esencial, y no hay otra manera de manifestarle reverencia tan agradable fuera de la obediencia a lo que él dijo.
 (Consejos para los Maestros, pág. 86). 93

CAPÍTULO 15. CUIDADO EN EL MANEJO DE LA PROPIEDAD.
REPRIMID LAS TENDENCIAS DESTRUCTIVAS.
La educación debe ser completa y uniforme. Cada madre necesita ser diligente. No debe permitir que ninguna cosa desvíe su mente. No debe permitir que sus hijos sigan su voluntad no educada en el manejo de las cosas que pertenecen al hogar. Debería enseñárseles que no deben mantener la casa en perpetuo desorden al utilizar sus objetos para su propia diversión. Madres, enseñad a vuestros hijos desde sus primeros años que las cosas de la casa no son para su entretenimiento. Mediante esas cosas pequeñas se enseña el orden. 

No importa cuánto alboroto haga el niño, no permitáis que el instinto de destrucción, que se manifiesta mayormente durante la infancia, se fortalezca y sea cultivado. Dios dice: "Harás", y "no harás".  Sin perder la paciencia, pero con decisión, los padres deben decir a sus hijos: no, y mantener lo que han dicho. Deben rehusar con firmeza permitir que los niños manejen libremente todos los objetos y los dejen esparcidos por el suelo. Los que permiten que un niño manifieste esa conducta, están haciendo un gran mal.  Puede no ser un niño malo, pero su educación lo está tornando muy molesto y destructivo.
 (Manuscrito 64, 1899).

ENSÉÑESE A RESPETAR LA PROPIEDAD AJENA.
Algunos padres permiten que sus hijos sean destructores, que utilicen como juguetes objetos que no tienen derecho de tocar. Debería enseñárseles a los niños que no deben manejar las pertenencias de los demás.  Para bienestar y felicidad de la familia, deben aprender a observar las reglas de la propiedad. Los niños no 94 son más felices cuando se les permite manejar todo lo que ven. Si no se los educa para que sean cuidadosos, crecerán con rasgos de carácter desagradables y destructivos (Signs of the Times, 25-9-1901).

JUGUETES FUERTES Y DURABLES.
No les deis a los niños juguetes que se rompan fácilmente. Hacer esto es enseñarles lecciones en el arte de destruir. Dénseles juguetes que sean fuertes y durables. Estas sugestiones, por insignificantes que parezcan, representan mucho en la educación del niño. (Consejos para los Maestros,  pág. 95). 95

CAPÍTULO 16.  LOS PRINCIPIOS DE LA SALUD.
*COMIÉNCESE PRECOZMENTE LA EDUCACIÓN DE LA SALUD.
El Creador del hombre ha preparado la maquinaria viviente de nuestros cuerpos. Cada función ha sido dispuesta admirable y sabiamente. Y Dios ha prometido mantener esta maquinaria humana trabajando saludablemente si el instrumento humano obedece sus leyes y colabora con Dios. . . . Podemos contemplar y admirar la obra de Dios en el mundo natural, pero el cuerpo humano es lo más maravilloso.
Desde los primeros asomos de razón, la mente humana debería aprender a conocer el organismo humano. En esto Jehová ha dado una muestra de sí mismo, porque el hombre fue hecho a la imagen de Dios. (Medical Ministry, pág, 221).
Lo primero que deberían aprender los niños es conocerse a sí mismos y cómo mantener su cuerpo sano.
 (Testimonies, tomo 3, pág. 142).

LECCIONES DE PRIMERA IMPORTANCIA.
En la educación de los primeros años, muchos padres y maestros fallan en comprender que necesitan prestar la mayor atención a la constitución física del niño a fin de asegurar las mejores condiciones para el desarrollo del cuerpo y del cerebro. (Health Reformer, diciembre de 1872).

La felicidad futura de vuestras familias y el bienestar de la sociedad dependen mayormente de la educación física y moral que reciban vuestros hijos en los primeros años de su vida.
 (Fundamentals of Christian Education, pág. 156).

LOS PADRES DEBEN COMPRENDER Y ENSEÑAR FISIOLOGÍA.
Si los padres mismos obtuvieran conocimientos y sintieran la importancia de utilizarlos prácticamente en la educación de sus hijos, veríamos un 96 cambio en las actitudes de los jóvenes y los niños. Los niños necesitan recibir instrucción concerniente a su cuerpo. Hay tan sólo pocos jóvenes que poseen un conocimiento definido de los misterios de la vida humana. Conocen poquísimo de la maquinaria viviente.  David dijo: "Te alabaré, porque asombrosa y maravillosamente he sido formado".

Enseñad a vuestros hijos a estudiar partiendo de las causas para llegar a los efectos; demostradles que si violan las leyes que rigen su ser; deben pagar la culpa sufriendo la enfermedad. No os desaniméis si no veis una mejoría a raíz del esfuerzo que realizáis; instruid pacientemente, línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá. . . . Continuad hasta que ganéis la victoria. Proseguid enseñando a vuestros hijos con respecto a su propio cuerpo y la manera de cuidarlo. El descuido acerca de la salud del cuerpo tiende a provocar el descuido en el carácter moral. 
(Testimonies, torno 2, págs. 536, 537).

LA VIDA SALUDABLE DEBERÍA SER UNA PREOCUPACIÓN FAMILIAR.
La vida saludable debe convertirse en una preocupación familiar. Los padres deberían despertar a la comprensión de las responsabilidades que Dios les ha dado. Estudien los principios de la reforma pro salud y enseñen a sus hijos que la senda de la abnegación es el único camino que conduce a la seguridad. La masa de los habitantes del mundo, por su descuido de las leyes físicas, está destruyendo su capacidad de dominio propio y se está incapacitando para apreciar las realidades eternas. Ignorando voluntariamente la estructura de su organismo, conducen a sus hijos por los caminos de la complacencia, preparando de esta manera el camino para que sufran la penalidad de la transgresión de las leyes de la naturaleza.
 (Id., tomo 6, pág. 370). 97

DÉSE PREPARACIÓN FÍSICA.
Es mucho más fácil dar la preparación física, el desarrollo del cuerpo, que impartir la preparación espiritual.  La pieza de los niños, el terreno de juego, el taller, la siembra de la semilla y la recolección de la mies, todas estas cosas proporcionan educación física. En circunstancias ordinariamente favorables, el niño adquiere naturalmente vigor saludable, y el debido desarrollo de su organismo. Sin embargo, aun en las cosas físicas, debe educárselo cuidadosamente.
(Consejos para los  maestros. pág. 84).

LA OBEDIENCIA A LAS LEYES DE LA NATURALEZA PROPORCIONA SALUD Y FELICIDAD.
Nuestros hijos deberían recibir instrucción para que conozcan su organismo físico. A una edad temprana, mediante una instrucción paciente, pueden llegar a comprender que deben obedecer las leyes que gobiernan su ser si quieren estar libres del dolor y la enfermedad. Deberían comprender que sus vidas no pueden ser útiles si quedan inválidos por la enfermedades a causa de su desobediencia de las leyes de la naturaleza (Health Reformer, diciembre de 1872). 98

CAPÍTULO 17. LA LIMPIEZA.
*DIOS ES EXIGENTE.
Dios ordenó a los hijos de Israel que lavaran su ropa y desecharan toda impureza de su campamento, para que cuando él pasara no viera su inmundicia. Dios pasa por nuestros hogares actualmente y contempla las condiciones insalubres en que viven las familias y los malos hábitos. ¿No conviene que nos reformemos con presteza?

Padres, Dios os ha hecho sus instrumentos a fin de que comuniquéis en la mente de vuestros hijos los principios correctos. Dios os ha confiado a los pequeños, y ese Dios que fue tan exigente, que indicó que los hijos de Israel cultivaran hábitos de limpieza, no sancionará ninguna impureza en el hogar de hoy. Dios os ha dado la obra de educar a  vuestros hijos, en este sentido, y al enseñar a vuestros hijos hábitos de limpieza, les estáis enseñando lecciones espirituales. Comprenderán que Dios desea que sean pulcros tanto de corazón como de cuerpo, y serán conducidos a la comprensión de los puros principios que Dios desea que gobiernen en cada acto de nuestros días. (Manuscrito 32, 1899)

Si Dios fue tan exigente que ordena la limpieza en el viaje por el desierto, cuando estaban continuamente al aire libre, no requiere menos de nosotros que vivimos en casas cerradas, donde las impurezas se ven mejor y tienen una mayor influencia sobre la salud. (Counsels on Health. pág. 82).

LA LIMPIEZA DEBERÍA AUTOMATIZARSE.
La falta de limpieza en el hogar es un grave error porque tiene una gran influencia deformadora en la persona.  Aun en la infancia, deberían dirigirse correctamente la mente, y los hábitos de los niños... Mostradles que la falta de limpieza, sea en el cuerpo o el 99 vestido, es desagradable para Dios. Enseñadles a comer con limpieza. Vigilad constantemente que esos hábitos se automaticen.... Como resultado, la impureza será despreciada como debe serlo....
Ojalá que todos comprendan que estos pequeños deberes no deben descuidarse. Toda su vida futura recibirá el molde de los hábitos y las prácticas de su niñez. Los niños son particularmente susceptibles a las a las impresiones, y deberían impartírseles conocimientos sanitarios no permitiéndoseles el desorden. (Manuscrito 32, 1899).

ENSEÑADLES AMOR A LA LIMPIEZA Y ODIO A LA SUCIEDAD.
Deberíais cultivar un amor por la pulcritud y la estricta limpieza 
(Testimonies, tomo 2, pág. 66).

Vestid a vuestros hijos con sencillez. Confeccionad su ropa con material durable. Mantenedlos atrayentes y limpios.  Enseñadles a odiar todo lo que sea suciedad e impureza (Manuscrito 19, 1901).

Que las energías que ahora se emplean para planear innecesariamente lo que comeréis y beberéis o con qué os vestiréis, se dirijan a mantener limpias sus personas [de vuestros hijos] y aseadas sus ropas. No me entendáis mal en esto. Yo no digo que debáis mantenerlo encerrados, como muñecas. No hay nada impuro en la arena limpia y en la tierra seca; son las emanaciones del cuerpo las que contaminan, y que requieren que la ropa sea cambiada y el cuerpo lavado.
 (Christian  and Bible Hygiene. pág, 141).

MANTENED LIMPIOS LOS ALREDEDORES.
Familias enteras podrían ser ayudadas y bendecidas si los padres encontraran algo que hacer para sus hijos. ¿Por qué no son más explícitos los pastores y los maestros en este tema que significa tanto para la salud física y la solidez espiritual? Los niños y las niñas de la familia deberían sentir que forman parte de la empresa del hogar. Deberían esforzarse por 100 tener los alrededores limpios de toda cosa desagradable.  Deberían darse instrucciones en ese sentido.
 (Carta 108, 1898).

Cualquier forma de desaseo fomenta la enfermedad. Los gérmenes mortíferos abundan en los rincones oscuros y descuidados, en los desechos pútridos, en la humedad y el moho. No se toleren cerca de la casa los desperdicios de verduras ni los montones de hojas caídas que se pudren y vician el aire. No debe haber tampoco dentro de la casa cosas sucias  o descompuestas. En ciudades consideradas completamente sanas, más de una epidemia de fiebre se debió a sustancias pútridas toleradas alrededor de la casa de algún propietario negligente.
La limpieza perfecta, la abundancia de sol, la cuidadosa atención a las condiciones sanitarias de todo detalle de la vida doméstica, son esenciales para librarse de las enfermedades y para alegrar y vigorizar a los que vivan en la casa.
(El Ministerio de Curación, pág. 210).

EL ASEO PERSONAL ES ESENCIAL PARA LA SALUD.
La limpieza escrupulosa es esencial para la salud del cuerpo y de la mente. 
El cuerpo elimina continuamente impurezas por conducto de la piel, cuyos millones de poros se obstruyen pronto con la acumulación de desechos si no se la limpia por medio de frecuentes baños. Entonces las impurezas que debieran evacuarse por la piel sobrecargan los demás órganos de eliminación.
A muchas personas les aprovecharía un baño frío o tibio cada día, por la mañana o por la noche. En vez de aumentar la propensión a resfriarse, el baño, tomado debidamente, fortalece contra el frío, pues estimula la circulación. La sangre es atraída a la superficie, de modo que circula con mayor facilidad, y vigoriza tanto el cuerpo como la mente. Los músculos se vuelven más flexibles, la inteligencia 101 más aguda. El baño calma los nervios. Ayuda a los intestinos, al estómago y al hígado, y favorece la digestión.
Importa también que la ropa esté siempre limpia. Las prendas de vestir que se llevan puestas absorben los desechos que el cuerpo elimina por los poros, y si no se mudan y lavan con frecuencia, el cuerpo volverá a absorber todas esas impurezas (Id., págs. 209, 210).

LOS ALREDEDORES LIMPIOS CONSTITUYEN UNA AYUDA PARA LA PUREZA.
A menudo he visto las camas de los niños en una condición tal que no podía soportar el olor desagradable y malsano que constantemente salía de ellas. Mantened limpias y saludables todas las cosas que contemplan los niños y con las cuales entran en contacto sus cuerpos sea de día o de noche. Este sería un medio de enseñarles a elegir lo que es limpio y puro. Que los dormitorios de vuestros hijos sean aseados, y sin embargo sin muebles costosos 
(Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 142).

MANTENED UN EQUILIBRIO DEBIDO.
La limpieza el orden son deberes del cristiano, y sin embargo estas cosas pueden llevarse demasiado lejos y convertirse en lo único esencial, mientras se descuidan otros asuntos de mayor importancia. Los que descuidan los intereses de los niños por estas consideraciones están diezmando la menta y el comino, mientras descuidan las cuestiones más importantes de la ley: la justicia, la misericordia y el amor de Dios (Id.. pág. 68). 102

CAPÍTULO 18. PULCRITUD, ORDEN Y REGULARIDAD.
*CULTIVAD EL ORDEN Y EL GUSTO.
El cultivo del orden y del gusto es una parte importante de la educación de los hijos....
Como guardianes y maestros de vuestros hijos, tenéis el deber de realizar aun las cosas más pequeñas del hogar con buen gusto y orden. Enseñad a vuestros hijos la inestimable lección de mantener pulcra la ropa. Mantened vuestra propia ropa limpia, agradable y digna. . . .

Tenéis la obligación delante de Dios de ser normas de corrección en el hogar. . . . Recordad que en el cielo no hay desorden, y que  vuestro hogar debería ser un cielo aquí en la tierra. Recordad que al cumplir fielmente  todos los días las cosas pequeñas del hogar, estáis trabajando juntos por Dios, perfeccionando un carácter cristiano (Carta 47 a, 1902).

Padres recordad que estáis trabajando  por la salvación de vuestros hijos. Si vuestros hábitos son correctos si manifestáis pulcritud y orden, virtud y justicia, santificación del alma, el cuerpo y el espíritu, respondéis a estas palabras del Redentor: "Vosotros sois la luz del mundo" (Manuscrito 79, 1901).

ENSEÑAD HÁBITOS DE PULCRITUD.
Se requiere que cada familia sea instruida en hábitos de pulcritud, la limpieza y minuciosidad. Nosotros que profesamos creer la verdad, debemos manifestar ante el mundo que los principios de la verdad y la justicia no hacen que la gente sea rústica, áspera, sucia y desordenada... 

El amor de Dios debería expresarse en la familia mediante el amor a nuestros hijos. El amor genuino 103 no conducirá al desorden y la suciedad, porque éste sea el camino más fácil; sino que por el ejemplo puro establecido ante sus hijos por los padres, por la firmeza amante pero inflexible en cultivar hábitos de trabajo, los educarán según estas normas.
 (Manuscrito 24, 1894).

ENSEÑAD A LOS NIÑOS A CUIDAR SU ROPA.
Comenzad precozmente a enseñar a los pequeños a cuidar su ropa. Que tengan un lugar para colocar sus cosas, y enseñadles a doblar cada artículo cuidadosamente y a colocarlo en su lugar. Si no podéis comprar ni siquiera una cómoda barata, emplead cajones de madera, distribuyéndolos en forma de estantería y cubriéndolos con alguna tela brillante, y de hermoso diseño. Esta obra de enseñar la limpieza y el orden requerirá un tiempo cada día, pero pagará en el futuro de vuestros hijos, y finalmente os ahorrará mucho tiempo y preocupaciones (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 142).

LA PROPIA HABITACIÓN HA DE MANTENERSE LIMPIA Y ORDENADA.
Si los niños tienen una habitación para ellos, y si se les enseña a mantenerla limpia y aseada y hacerla agradable, tendrán un sentido de pertenencia: sentirán como si tuvieran un hogar propio dentro del hogar, y tendrán una satisfacción de mantenerlo limpio y ordenado. Es indispensable que la madre inspeccione su trabajo, haga sugestiones y de instrucciones. Este es el trabajo de la madre. (Id., pág. 143).

HORAS REGULARES DE SUEÑO.
¡Cuán difundido está el hábito de convertir al día en noche y a la noche en día! Muchos jóvenes duermen profundamente en la mañana, cuando deberían levantarse con los primeros pájaros que cantan al amanecer, y estar activos cuando toda la naturaleza está despierta. (Youth's Instructor, 7-9-1893). 104

Algunos jóvenes se oponen mucho al orden y la disciplina. No respetan los reglamentos del hogar levantándose a una hora regular. Se quedan en la cama horas después del amanecer, cuando todo debería estar en actividad. Queman el aceite de la medianoche y dependen de la luz artificial para suplir al lugar de la luz que la naturaleza ha provisto en las horas laborables. Al hacerlo no sólo desperdician oportunidades preciosas, sino que causan gastos adicionales. 

Pero en casi todos los casos se, da esta disculpa: "No puedo cumplir con mi trabajo; tengo algo que realizar; no puedo acostarme temprano". . . . Se interrumpen los preciosos hábitos de orden, y los momentos desaprovechados en las horas tempranas trastornan el orden de las cosas durante todo el día.
Nuestro Dios es un Dios de orden; y el desea que sus hijos quieran ordenar su vida y colocarse bajo su disciplina. 
¿No sería mejor, por lo tanto, interrumpir este hábito de convertir a la noche en día, y las frescas horas de la mañana en noche? Si los Jóvenes forman hábitos de regularidad y orden, mejorarán en salud, en energía, en memoria y en carácter.

Es el deber de todos observar estrictas reglas en sus hábitos de vida. Esto es para vuestro propio bien, queridos jóvenes, tanto física como moralmente. Cuando os levantáis en la mañana, repasad, si es posible, el trabajo que debéis realizar durante el día. Si es necesario, tened una libretita para anotarlas cosas que necesitáis realizar, y fijad un tiempo para hacerlas (Id., 28-1-1897). 105

CAPÍTULO 19. LA PUREZA.
*INSTRUID EN LOS PRINCIPIOS DE LA PUREZA.
Madres cristianas, otra madre os ruega que comprendáis la responsabilidad que descansa sobre vosotras. 
Enseñad a vuestros hijos desde la cuna a practicar la abnegación y el dominio propio. Criadlos para que tengan organismos fuertes y hábitos morales sanos. Impresionad su mente con la verdad de que Dios no se propone que vivamos únicamente para nuestra complacencia en el momento presente, sino para nuestro bien final. Estas lecciones serán como semillas sembradas en tierra fértil, y darán un fruto que alegrará vuestro corazón (Manuscritos 44, 1900).

A fin de proteger a sus hijos contra las influencias contaminadoras, los padres deben instruirlo en los principios de la pureza. Los niños que en el hogar adquieren hábitos de obediencia y de dominio propio, tendrían poca dificultad en su vida escolar, y escaparán a muchas de las tentaciones que asedian a los jóvenes. Los padres deben enseñar a sus hijos a ser fieles a Dios en todas las circunstancias y lugares. Deben rodearlos de influencias que tenderán a fortalecer el carácter. 
Con una educación tal, los niños, cuando vayan a la escuela, no serán causa de perturbación y ansiedad. Apoyarán a sus maestros, y serán un ejemplo y estímulo para sus condiscípulos. (Consejos para los Maestros, pág. 116).

EJERCED UNA VIGILANCIA INCESANTE.
Los padres y los guardianes deben mantener ellos mismos pureza de corazón y de vida si quieren que sus hijos sean puros. Deben dar la instrucción necesaria, y además deben ejercer una vigilancia incesante. Cada día surgen nuevos pensamientos en la mente de los jóvenes, nuevas impresiones en su corazón. Las asociaciones que forman, los libros que leen, los 106 hábitos que practican, todos deben ser vigilados (Signs of the Times, 25-5-1882).

MANTENED EL HOGAR PURO Y ATRAYENTE.
El hogar debe mantenerse puro y limpio. Los rincones descuidados y sucios de la casa tenderán a formar rincones impuros y descuidados en el alma. Madres, sois la educadoras de vuestros hijos, y podéis hacer mucho si comenzáis tempranamente a inculcarles pensamientos puros al mantener sus cuartos limpios y agradables.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, págs. 142, 143).

CUIDAD LAS COMPAÑÍAS.
Si los padres desean que sus hijos sean puros, deben rodearlos con compañías puras que Dios pueda aprobar (Id., pág. 142).
¡Con cuánto cuidado deberían proteger los padres a sus hijos contra los hábitos descuidados, relajados y desmoralizadores! Padres y madres, ¿comprendéis la importancia de la responsabilidad que reposa sobre vosotros? ¿Permitís que vuestros niños se asocien con otros niños sin estar presentes para saber qué clase de educación están recibiendo? No les permitáis estar solos con otros niños. Dadles un cuidado especial. Sabed cada tarde dónde están y que están haciendo. ¿Son puros en todos sus hábitos? ¿Los habéis instruido en los principios de la pureza moral? Si habéis descuidado en enseñarles línea sobre línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá, no dejéis pasar un día más sin confesarles vuestro descuido, y sin remediarlo. Decidles entonces que tenéis la intención de realizar la obra que Dios os ha encomendado. Pedidles que colaboren con vosotros en la reforma (Manuscrito 119, 1901).

Puede ser que los vecinos permitan que sus hijos vayan a vuestra casa a pasar la tarde y la noche con vuestros hijos. Aquí hay una prueba y una elección para vosotros: correr el riesgo de ofender 107 a vuestros vecinos enviando a sus hijos de vuelta a sus hogares, o complacerlos y permitirles que duerman con vuestros hijos y exponerlos así a ser instruidos en ese conocimiento que será una maldición durante toda la vida para ellos.  A fin de salvar a mis hijos de ser corrompidos, no les he permitido dormir en la misma cama o en la misma habitación con otros niños, y cuando la ocasión lo ha requerido, mientras les he hecho una cama provisoria en el suelo, antes que dejarlos dormir con otros. He procurado impedir que se asocien con muchachos rudos e incultos, y les he presentado atractivos a fin de hacer alegres y agradable su estada en el hogar. Al mantener su mente y sus manos ocupadas, han tenido poco tiempo o disposición para jugar en la calle con otros niños y captar así una educación callejera. (Solemn  Appeal. pág. 56).

ERIGID BARRERAS CONTRA LA SENSUALIDAD.
Los que están a cargo de la propiedad de Dios en las almas y cuerpos formados a su imagen deberían erigir barreras contra la complacencia sensual de este siglo, que esta arruinando física y  moralmente la salud de miles. Si muchos de los crímenes  de este tiempo se rastrearan hasta encontrar su verdadera causa, se  vería que son imputables a  la ignorancia de padres y madres, que son a este tema. La salud y la vida misma estaría siendo sacrificadas a esta lamentable ignorancia.
Padres, si falláis en dar a vuestros hijos la educación que Dios ha hecho vuestro deber darles, tendréis que rendirle cuenta por los resultados. Estos resultados no quedarán confinados únicamente a vuestros hijos. Así como el abrojo que se permite crecer en el campo produce una cosecha según su especie, también los pecados resultantes de vuestro descuido obrarán para arruinar a todos los que 108 entren en la esfera de su influencia (Review and Herald, 27-6-1899).

LLENAD LA MENTE CON IMÁGENES PURAS.
La vida cristiana es una vida de constante abnegación y dominio propio. Estas son las lecciones que deben enseñarse a los niños desde su infancia. Enseñadles a apreciar la temperancia, la pureza de pensamiento, corazón y acción, que pertenecen a Dios porque han sido comprados por precio, es decir con la sangre preciosa de su Hijo amado.
 (Christian Temperance and Bible Hygiene, pág. 145).

Si las mentes de los niños, en sus tiernos años son llenadas con imágenes agradables de verdad, pureza y bondad, se creará el gusto por aquello que es puro y elevador, y su imaginación no se corromperá fácilmente ni contaminará. Si se sigue una conducta opuesta, si la mente de los padres está esparciéndose continuamente en escenas bajas, si su conversación se espacia en características objetables del carácter, si forman el hábito de hablar quejándose de una conducta que han seguido otros, los pequeños aprenderán lecciones de las palabras y expresiones de desagrado y seguirán ese ejemplo pernicioso.
 Esa impresión maligna, como la mancha de la lepra, se pegará a ellos en el más allá. 

La semilla sembrada en la infancia por la madre cuidadosa y temerosa de Dios, producirá árboles de justicia, que florecerán y llevarán fruto; y las lecciones dadas por un padre temeroso de Dios por el precepto y el ejemplo, como en el caso de José, producirán con el tiempo una abundante cosecha. (Good Health, enero de 1880). CN EGW MHP

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